Aldo Paparella nace en Minturno, provincia Latina de Italia, en 1920.
A los 15 años comienza sus estudios de pintura en Roma. En sus inicios, el pintor napolitano Antonucci va a tener una importancia significativa para su formación artística. En esta instancia, desarrolla una serie de ejercicios en pastel, pero también hace pinturas de tamaño considerable basadas en paisajes naturales.
Llamado a las armas, en 1939 pasa a la campaña de África durante la Segunda Guerra Mundial, justo cuando Italia entra en el conflicto. Por un lapso de tres años, permanece prisionero en un campo de refugiados franceses.
En 1950 llega a Buenos Aires, en donde al año siguiente, realiza su primera muestra individual. En este tiempo, aún desarrolla su lenguaje empleando como medio a la pintura. Muchos de estos trabajos son mostrados en exposiciones hacia mediados de esta década; momento en el que pasa a integrar también la Asociación Arte Nuevo.
Hacia 1957 su actividad se orienta definitivamente hacia la escultura. En la fase inicial de su afirmación como escultor su obra traduce un fuerte sustrato ideológico, que reafirma con intensidad en los años 70. Su actitud se caracteriza por el rechazo a aquella cultura que considera infectada por el exceso y el desperdicio. Por eso, en sus obras comienza a dar prioridad a los materiales de desecho, diferenciándose de los artistas de la época por cierta insistencia en introducir la experiencia visual y, al mismo tiempo, por dejar infiltrar la nostalgia de la rica tradición artística y cultural de Italia. A pesar de estos caracteres, estas primeras obras no figurativas aún dependen de los procedimientos clásicos de la tradición escultórica, como la talla en piedra y en madera.
En 1958, integra la muestra “Panorama de la Escultura No Figurativa en la Argentina”, que reúne desde las piezas precursoras de Sibellino hasta las experiencias más recientes de ese período. Al año siguiente, realiza una exhibición bajo el título de “Sugerencias”. Las obras que muestra se aproximan más a las experiencias informales, en tanto recurre al ensamblado de materiales, por lo general de desecho, y utiliza chapas de aluminio brutalmente golpeadas, maltrechas y perforadas. Bajo el empleo de la piedra y la chapa, hace aflorar lo formal y también lo informe, por lo cual la obra adquiere un carácter de improvisación. Aspecto característico que traduce un dualismo de materiales manifiesto en esta producción y en la que lleva a cabo unos años más tarde.
Uno de los intereses que ratifica en estos tiempos es la insistencia en lo real, lo que tiene presencia y dimensiones corpóreas. Esta tendencia lo conduce a realizar sus “cajas”, “muebles inútiles” y “vitrinas”, que lo llevan a discurrir sobre el objeto. Modalidad que lo devuelve a la escultura de bulto: formas en hierro, entre 1959 y 1962, y tallas, entre 1963 y 1965.
En 1967 expone un conjunto de obras que denomina “Artefactos”, “Puertas” y “Muebles Inútiles”. Luego de viajar a Italia, realiza los “Asépticos con progresividad”, presentados en la X Bienal de San Pablo en 1969. Una serie de esculturas en las cuales se ve cierto vuelco hacia modalidades más minimalistas.
En 1971, acompañado por Libero Badii, Horacio Coll, Enio Iommi, Alberto Heredia y Aldo Pellegrini, participa en la muestra “El artista y el mundo del consumo”, presentada con un manifiesto de por medio.
De 1972 es el manifiesto “Proposición: la neoescultura en mi tiempo” (1972). Un manifiesto de diagnóstico y propuesta, en donde releva la espiritualidad creadora frente al materialismo de la sociedad utilitaria.
De ese mismo año es la presentación de sus “Monumentos inútiles”, considerados como las expresiones más maduras y definitivas de su producción. A este conjunto pertenece la obra perteneciente a la Colección de Arte Contemporáneo de Rosario. Realizadas con materiales pobres, cartón, paños, tiza y cola, estas obras remiten a la tradición de las ruinas de la antigüedad clásica. Lo señala el mismo autor al afirmar:
Paparella realiza su última muestra individual de esculturas en septiembre de 1976, bajo el título de “Un cuarto de retrospectiva”. Poco después, el 31 de enero de 1977, fallece en Buenos Aires, a los 56 años de edad.
A lo largo de su trayectoria, obtuvo varios reconocimientos, y tuvo una presencia activa en el medio artístico. En 1960, recibió el Gran Premio de Honor en el XIX Salón de Mar del Plata, y el Premio de Escultura en el Salón del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, en Santa Fe. Participó en la muestra “Pintura y Escultura Argentina”, en el Museo de Arte Moderno de San Pablo (Brasil), y en la “Exposición Internacional de Pintura y Escultura” realizada en el MAMBA, en 1961.
En 1962 fue convocado por el Instituto Di Tella, de Buenos Aires, para participar en la muestra del Premio Internacional de Escultura. En 1963, formó parte de la “Exposición de Pintura y Escultura Actual Argentina” realizada en el Museo de Arte Moderno de París. Representó a la Argentina en la VIII Bienal de San Pablo, Brasil, en 1965.
En 1970 fue distinguido con el Primer Premio Escultura, en Tandil, provincia de Buenos Aires. Al año siguiente, fue artista invitado del Salón de Escultura de la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad.
Paparella participó activamente en numerosas exposiciones colectivas en el país y en el exterior. Realizó veintiún exposiciones individuales en la Argentina.
Sus obras figuran en importantes museos y colecciones particulares de la Argentina y el extranjero.
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